El uso alimentario de los vegetales marinos, en la cuenca mediterránea, está documentado desde el año 600 a de C. Aunque se han encontrado datos de su inclusión en la alimentación humana que datan de 10.000 años atrás, en Oriente, especialmente en Japón donde las algas pueden llegar a constituir el 25% de la dieta.
Bajo la influencia de las dietas macrobióticas se ha valorizado mucho el consumo de algas en Occidente. España no ha sido ajena a este movimiento y desde hace unos años se están llevando a cabo una experiencia pionera y artesana en el parque natural de La Bahía de Cádiz a cargo de la empresa Suralgae donde nos ofrecen tres tipos de algas típicamente andaluzas; La Lechuga de mar, el Aonori Verde y el Ogonori Rojo, en todas sus variedades.
Botánicamente hablando, las algas siguen sus ciclos sin necesidad de siembras, transplantes, abonos, riegos, ni tratamientos con pesticidas. Hoy en día se conocen más de 24.000 especies de algas, de las cuales sólo un reducido número se utilizan para la alimentación humana o con fines medicinales. Las algas poseen el pigmento verde llamado clorofila y son capaces de producir su propio alimento mediante la fotosíntesis necesitando de luz solar para desarrollarse. Estas importantes características permite clasificar las diferentes clases de algas de acuerdo con su color, el cual depende de la profundidad del mar en la que vive o lo que es lo mismo, las radiaciones luminosas que recibe según las cuales se establece todo su metabolismo.
Estas saludables verduras de agua dulce o salada poseen diversas sustancias coloradas que tienen la tarea de captar la energía luminosa y aprovecharla por medio de reacciones fotoquímicas. Lo que hace que las algas no sean sólo un importante alimento para nuestro metabolismo físico, sino también sobre nuestro metabolismo de luz, es decir, al igual que la verdura fresca que ha crecido de forma natural y la fruta madurada al sol son ricas en energía solar, algunas algas también almacenan energía luminosa (biofotones) que se transmiten a las células expresándose mediante una sensación de vitalidad y bienestar.
Propiedades dietéticas de las algas
Las algas son las verduras con más alto contenido en sales minerales y oligoelementos. Son ricas en yodo, hierro (100 gramos de algas nos dan dos veces más hierro que cien gramos de lentejas) cobalto, magnesio, calcio, fósforo y potasio. Con 100 gramos de algas aportamos 1400 mg. de calcio ante los 100 mg. que aporta la leche, y con 1 gramo diario de alga obtenemos el aporte suficiente de yodo para garantizar el equilibrio de las glándulas endocrinas. Oligoelementos como el cinc necesario para la correcta secreción y asimilación de la insulina, el hierro y el cobalto, encargados de evitar la anemia, o el silicio y el calcio, imprescindibles para fortificar los huesos, uñas, piel y cabello se encuentran presentes en las algas.
Una cucharada sopera diaria de algas abastece al organismo de todos los minerales y oligoelementos esenciales indispensables para un correcto metabolismo celular. La clorofila activa las enzimas del cuerpo que intervienen en la asimilación de los nutrientes para transformarlos en energía; ayuda a purificar la sangre e incrementar la formación de hemoglobina, evita la contracción de los vasos sanguíneos y aumenta el rendimiento muscular y nervioso.
Bajo la influencia de las dietas macrobióticas se ha valorizado mucho el consumo de algas en Occidente. España no ha sido ajena a este movimiento y desde hace unos años se están llevando a cabo una experiencia pionera y artesana en el parque natural de La Bahía de Cádiz a cargo de la empresa Suralgae donde nos ofrecen tres tipos de algas típicamente andaluzas; La Lechuga de mar, el Aonori Verde y el Ogonori Rojo, en todas sus variedades.
Botánicamente hablando, las algas siguen sus ciclos sin necesidad de siembras, transplantes, abonos, riegos, ni tratamientos con pesticidas. Hoy en día se conocen más de 24.000 especies de algas, de las cuales sólo un reducido número se utilizan para la alimentación humana o con fines medicinales. Las algas poseen el pigmento verde llamado clorofila y son capaces de producir su propio alimento mediante la fotosíntesis necesitando de luz solar para desarrollarse. Estas importantes características permite clasificar las diferentes clases de algas de acuerdo con su color, el cual depende de la profundidad del mar en la que vive o lo que es lo mismo, las radiaciones luminosas que recibe según las cuales se establece todo su metabolismo.
Estas saludables verduras de agua dulce o salada poseen diversas sustancias coloradas que tienen la tarea de captar la energía luminosa y aprovecharla por medio de reacciones fotoquímicas. Lo que hace que las algas no sean sólo un importante alimento para nuestro metabolismo físico, sino también sobre nuestro metabolismo de luz, es decir, al igual que la verdura fresca que ha crecido de forma natural y la fruta madurada al sol son ricas en energía solar, algunas algas también almacenan energía luminosa (biofotones) que se transmiten a las células expresándose mediante una sensación de vitalidad y bienestar.
Propiedades dietéticas de las algas
Las algas son las verduras con más alto contenido en sales minerales y oligoelementos. Son ricas en yodo, hierro (100 gramos de algas nos dan dos veces más hierro que cien gramos de lentejas) cobalto, magnesio, calcio, fósforo y potasio. Con 100 gramos de algas aportamos 1400 mg. de calcio ante los 100 mg. que aporta la leche, y con 1 gramo diario de alga obtenemos el aporte suficiente de yodo para garantizar el equilibrio de las glándulas endocrinas. Oligoelementos como el cinc necesario para la correcta secreción y asimilación de la insulina, el hierro y el cobalto, encargados de evitar la anemia, o el silicio y el calcio, imprescindibles para fortificar los huesos, uñas, piel y cabello se encuentran presentes en las algas.
Una cucharada sopera diaria de algas abastece al organismo de todos los minerales y oligoelementos esenciales indispensables para un correcto metabolismo celular. La clorofila activa las enzimas del cuerpo que intervienen en la asimilación de los nutrientes para transformarlos en energía; ayuda a purificar la sangre e incrementar la formación de hemoglobina, evita la contracción de los vasos sanguíneos y aumenta el rendimiento muscular y nervioso.
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